Las grandes historias nacen de un sueño. La mayoría de las veces se queda en eso, en una idea que pasa fugazmente por nuestras vidas; pero, afortunadamente, hay quien se empeña en atraparlo y convertirlo en realidad. Cueste lo que cueste.
El sueño de Grupo Mundo surgió en un país que al fin dejaba de ser en blanco y negro, y que comenzaba a abrazar el color, latiendo al compás de la música y el baile. Para ser más exactos, el sueño nació en la mente de un hombre que una vez fue niño y se convirtió en abuelo, y que por el camino transformó esa bella aspiración en algo tangible y real como la vida misma: Elevar la expresión del talento en múltiples formas, creando las vías idóneas para transmitir emociones y experiencias que lleguen al corazón del público.
Aquel hombre cumplió su sueño manteniendo siempre la elegancia y la honestidad que le caracterizaban. Y, de un modo muy inteligente, supo rodearse de personas que compartían una misma visión y un total compromiso.
En la actualidad, Grupo Mundo es un referente en el mundo de la comunicación y el entretenimiento en el sur de España. Una etiqueta que llevamos a gala con profundo orgullo porque fueron otros quienes nos la entregaron: por un lado, el público, en continua renovación pero siempre soberano y ávido de nuevas emociones. Por otro, los miles y miles de profesionales con los que hemos ido construyendo este camino tan imprevisible como fascinante.
Pasión, creatividad y garantía: ése es nuestro sello.
Este legado no sólo se ha cuidado como un enorme y valioso tesoro, sino que además se ha trabajado para lograr un crecimiento constante durante todos estos años, sabiendo evolucionar de la mano de los tiempos y las novedades tecnológicas. Hoy, tres generaciones y más de medio siglo después, su espíritu original permanece intacto, tan robusto y transparente como el primer día.
Y desde ese primer día, Grupo Mundo, en su más pura esencia, está hecho de música. De Cultura, de Arte, de la inspiración de grandes creadores paridos y criados en esta tierra. Pero, llegados a un punto clave de esta historia, nos dimos cuenta de que la música no era el fin en sí mismo, sino el origen de algo con una dimensión mucho más grande y versátil.
Al fin y al cabo, los sonidos -las melodías- no sólo pueden escucharse y sentirse en lo más profundo del alma. La música -la vida- también puede verse con total definición desde cualquier punto del mundo. ¿Qué mejor uso podríamos darle a la tecnología?
Del mismo modo, existen imágenes con una fuerza tal que los espectadores sienten que pueden tocarlas con sus propias manos, aunque se encuentren a kilómetros de distancia.
Por eso nuestro lenguaje es el de la música y también el de la imagen.